En la «era galáctica», la primera de Florentino Pérez en la presidencia del Real Madrid, la política llamada de “Zidanes y Pavónes” corrió el mundo. La idea era firmar uno de las principales superestrellas por año y promover jóvenes desde la cantera, de forma a incrementar la comercialización y interés del equipo a nivel internacional sin aún así perder la identidad propia del club, transmitida por la mística de jugadores como Hierro.

Tuvieron mala suerte con el canterano. Francisco Pavón, actualmente sin equipo, no es más que un jugador mediano y que no fue nunca capaz de ser la bandera de “La Fábrica” como se deseaba. Y aunque Casillas y Guti sean nombres que lo contradicen, no puede negarse que en los últimos años la cantera del Real Madrid no produjo jugadores de cualidad suficiente para envergar la camiseta blanca e imponerse en el equipo principal. Cuando lo hizo, no les fueron dadas las oportunidades. El Castilla fue así casi vetado al olvido. 

Por otra parte, de “La Másia” empezaron a salir nombres como Xavi, Iniesta, Puyol, Busquets y Piqué, espina dorsal del Barcelona y del equipo español campeón europeo y mundial. En las eternas discusiones de aficionados, la apuesta de los catalanes en sus jóvenes era un argumento más a favor de los culés. 

Con la llegada de Mourinho al equipo merengue, la suerte del Castilla cambió también. El portugués da muchas oportunidades a los jóvenes de “la casa”. Fue con él en el comando del Oporto que Ricardo Carvalho tuvo por fin la ocasión de jugar en el equipo que lo vio nascer y ser después titulado el mejor central del mundo, y en Madrid hace una cerrada defensa a Granero, incorpora a poco y poco a Varane y dio a Callejón el papel de destaque que hace mucho un canterano no tenía. 

Los chicos del Castilla pueden ahora soñar con el equipo principal y hacerlo sin la utopía a pesarles en la mente. Su progresión hasta el primer equipo, la meta final de una carrera que empezó hace muchos años, necesita del apoyo del primer entrenador, el autentico responsable por la incorporación de los jóvenes talentos. 

A favor de los chicos juega también que su irrupción es muy bien recibida por los aficionados, deseosos de ver triunfar a estos chavales, que considera propios, con quienes se identifica, que hicieron casi todo su camino en la formación con el mismo escudo en la camiseta y que sienten como ellos la importancia de la historia del Real Madrid. 

También por primera vez en algún tiempo se les da a estos talentos en rincón en los periódicos. La gente conoce a los nombres de Joselu, Jesé, Morata, se ilusiona con las palabras que les dan como copias fieles y más jóvenes de Higuaín, Cristiano, Benzema. 

En su defensa se dice que, aunque fallen, se revelen sin la fuerza mental necesaria para triunfar en un club con la exigencia mediática y deportiva del Madrid, no correspondan en el Santiago Bernabéu a la imagen que dejaron en el Di Stefano, no se gasta con ellos mitad del dinero que se gastó en Kaká, investimento que casi nunca dio retorno. 

Por todo esto, son un valor que el Madrid no puede despreciar. Parece que la política de los Zidanes y Pavones puede finalmente estar a ter el éxito que vaticinó Florentino.